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Hoy sin mañana

Hoy aprendi algo nuevo. Quizás sea vanal para los demás, pero para mi es nuevo.

He enfocado algunos temas desde una perspectiva generacional y como es normal he chocado con el muro del momento vital en el que resido.

Y hoy, tarde puede pero quizás a tiempo para evitar conflictos, he comprendido que este enfoque era miope. Querer afrontar la actualidad desde mi realidad pasada es algo que huye de lo generacional y se adentra en lo utópico… si, la utopía, esa verdad incuestionable por intangible en la que mi día a día a vivido siempre sin que yo, hasta hoy, haya sido consciente de ello.

Cuando confronto el presente de mis hijos con el mio y les doy mi opinión sobre el, hasta hoy, siempre les he propuesto mi visión del conjunto como si fuera algo asumible por lógico. Hoy, al fin, he comprendido que esa lógica que subyace en mi forma de entender el presente se apoya en unos pilares utópicos que tenían sustento en mis dieciocho, diecinueve y veinte años, pero que hoy están relegados a una instantánea buenista que solo se comprende desde el mundo boomer, y no solo eso, desde el mundo boomer circunscrito a un momento muy concreto, los ochenta – noventa; y además de un Madrid entregado a una libertad circunscrita a si misma.

Y oye, no es algo malo. Lo que ocurre es que intentar expandir algo tan concreto a un global que en su totalidad era ajeno a lo que pasaba aquí entonces es un error de concepto que mata la comprensión.

¿Sabeis?, chocar con esto es jodido al principio, pero enseguida te das cuenta de que te abre una ventana de reeducación maravillosa. Te permite, entre otras cosas, comprender un ahora muy ruidoso que te llena de etiquetas y te compartimenta cada día mas. Hace que respetes ese acotamiento porque te permite verlo como una necesidad minoritaria por diferenciar su disidencia de un todo para acoplarse en ese mismo todo… no se si estoy pudiendo explicarme porque esta iluminación ha sido tan fuerte que aun tengo que adaptar mis ojos a su destello.

En fin, que si soy capaz de aclararme mas lo compartiré y si no… pues que cada uno entienda lo que quiera.

 

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Ser sin ser

Somos nacer y morir
camino sin huellas
un sendero vacío
que convertimos a golpes
en bosque húmedo
en desierto seco
en cielo nublado
cargado
de lluvia de caricia fácil.

Hay pasados vivos
ausentes de olvido
que pujan por futuros
que no adivinan
que no comprenden
que no vivirán
sin ser presente.

Hay presentes muertos
olvidados en su pasado
que agonizan sin futuro
que agotan su hoy
que adoran el tiempo
que morirán
sin ser mañana.

Hay futuros vacíos
mañanas sin hoy ni ayer
que agostan los infinitos
que ni nacen ni mueren
que son
sin saber si serán

Inventamos el tiempo
para despreciarlo
prostituirlo
convertirlo en excusa fácil
en razón de vida desnuda
en traje sucio de nada.

Nos creemos un mundo
sin ser
más que sombra en las estrellas.

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Piel y sangre

Piel y sangre,
Y las ratas follando entre vísceras de gato reventado.

Tengo piedras
No tengo ganas
La vida hiberna cuando las ilusiones se lloran por hastío.

El sonido de un tacón que se rompe,
El frío del suelo húmedo,
El dolor de los cristales rotos en mis dedos…
¡Me encanta el hedor de los perdedores!.

La sangre resbala,
Jodida,
Oscura,
Espesa,
Y lame los barrotes del sumidero
Con el ansia de la sed del preso de la milla verde.

Las ratas muerden mis zapatos.
La cabeza reventada del gato me mira con ojos roídos
Y su lengua asoma a mi ruina sin burla,
Sólo acompaña al viento que me susurra:
¡Te toca a ti!.

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TRISTE

Me gustaría derramar el cariño sobre las personas que quiero y que ellas, solo con sentir el recorrido suave y lento por su alma, se conformaran.


Me agota escudriñar en una emoción buscando cargas de profundidad que solo lastran su naturalidad. Últimamente, desde mi y para mi, un te quiero es un te quiero, desnudo de disfraz, vestido de sentimiento y relleno de cariño.


Me aburren las piñatas coloridas que encierran miles de caramelos rancios y nos obligan a golpearlas hasta romper su misteriosa belleza en aras de conseguir pequeños retazos de felicidad volátil.

Me canse de pedirle pistas a una conversación para saber quien es la persona que la dispara, y en muchos casos la disparata.


Estoy triste, si, muy triste. Por cada insulto hay millones de “te quieros”, pero parece que nos hemos empeñado en separarnos en grupos de colores vacios de contenido. Nos refugiamos en continentes improvisados que mutan según el exabrupto que toque escupir y damos sentido a un odio que, como un te quiero, debería ser solo una emoción que sentir y comprender para evitar llenarla de metralla.


Cada día que pasa lloro mas y mas por el, porque cada día que pasa nos olvidamos de lo que repetimos.

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Silencio

La espada del tiempo cruje bajo su peso.
El filo del miedo ya solo corta vacios compasivos que ocultan pasados cobardes.
Desparecio todo, lo conocido por muerto y lo desconocido por ausencia y solo respirar es el salvoconducto a la tierra prometida.
No hay palabras porque el lenguaje solo es la floritura de una comunicación forzada a ser.
Silencio.

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RATAS DE LABORATORIO

Han cerrado el laberinto
Atrapada en su tramo
la rata muerde las paredes buscando libertad.

El laberinto esta cerrado.
cada rata en su tramo
olisquea el cadáver de lo que nunca poseyó.

Se escucha el silencio de los gritos ahogados,
camuflados de tributo de balcón,
y sabiendo todo ninguna sabe nada.

Pasan los días,
no faltan el pan y el circo pero en cada tramo
los suyos.

Los gatos vigilan las calles
del laberinto vacío
en busca de alguna osada rata buscapleitos
pero cada vez son menos las no resignadas.

¿Cuándo terminara el experimento?
Ningún frenazo marca el lomo de ninguna rata despistada…
y así seguirá siendo hasta que pensemos
que sin libertad estamos seguras.

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Espantapajaros

Las fauces voraces, antiguas, de la obediencia
Devoraron mi mente
Mordiendo con besos sibilinos
El amor propio
Desgarrando con aceptación ambigua
La autoestima
Masticando con costumbre marchita
El soy.
Así caí en la trinchera.

La garra ansiosa, eterna, del amor
Arranco mis latidos
Arañando con ideas estrechas
La carne de la inocencia
Penetrando con excitación retorcida
El sexo nonato
Robando con estigmas incurables
El corazón.
Así Salí de la trinchera.

Después el alma helada
Hecha jirones por el granizo y el viento
Cayo a mis pies suplicando olvido.
Así llegue a estas estacas en cruz.

Los cuervos picotean los restos.
Murió el espantapájaros.

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Ahogado

Abro los ojos,
tercas rendijas que obstinan un silencio visual
obsceno, ruin, incluso para las trompetas del Apocalipsis.

La canción es triste,
gris,
absoluta en una melancolía inasequible al desaliento
a una aurora tardía y estéril.

La ola clásica no invadió mis tercios
y las naves que mande a luchar
regresan hambrientas,
llenas de miedo y nostalgia,
famélicas de tesoros, conspiraciones y fe.

Hundir un navegar es como retornar ahogado,
no hay gloria sin isla perdida,
sin cruz en un mapa que rompa el tedio de lo sabido.

Cuando mi pelo toco el suelo del océano
la piel había huido
de lo que fui,
del fantasma que me habito hasta resurgir muriendo.

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Onanismo filosofico

Hay dolores que arden como un fuego griego. Son los daños que uno mismo inflinge a su alma, las rectificaciones forzosas que necesitamos para volver a hacer tabla rasa sobre nuestro adoctrinamiento, imprescindibles para educarnos en un mundo nuevo.

Medir lo profundo que arraigamos lo absorbido desde el nacimiento es difícil y, me atrevo a decir, inútil si lo que queremos es comprendernos en un entorno tan cambiante como el que vivimos.
La estabilidad, a cualquier nivel, ha saltado por los aires y ya no es una aspiración universal y valida.

Los patrones que modelan los nuevos trajes sociales absorben los idealismos de antaño, pero los vacían de contenido y los transforman en eslóganes, en proclamas mercantiles, en moneda emocional de cambio. Nada perdura mas allá de un momento y ni siquiera las modas resisten la volatilidad de los instantes que dura cada verdad absoluta.

Se crean lugares comunes que mutan cada minuto y se exige a sus ocupantes un grado de adaptación tan imposible que la única opción que tienen de seguir siendo parte de ellos es asumir que, se transformen en lo que se transformen, son inmutables. Vender su individualidad es su única opción, y lo triste es que esa venta es a cambio de una nada travestida de un todo completo e inabarcable en su virtualidad.

Las realidades son tan diversas como las opciones virtuales que se generan para satisfacer la demanda de aceptación social de cada grupo, y la marginalidad ya no es una opción visible, es otra de esas realidades paralelas.

Nietzsche nos mostró como el hombre había matado a Dios, pronto alguien nos mostrara como el hombre mato al individuo. Nadie dejara la crónica de lo que su superhombre encontrara después del desastre.

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El sentido del vacio

Caminos torcidos, meandros vitales que al final te dirigen a la meta.

Hay veces que la ruta mas larga es la más directa… en este lugar eso es casi siempre.

Los monstruos existen, no hay duda, lo que ocurre es que nos tienen mas miedo ellos a nosotros que al revés. Nos dejamos arrastrar por costumbres, por dogmas forjados a fuego y miedo desde nuestra infancia, y en ese deambular combatiendo contra la inseguridad nos perdemos el viaje.

Nos han regalado verdades monolíticas que hoy se derriten como helados en verano, y esas certezas incuestionables nos han dejado sin herramientas para desvivir un adiestramiento que nos ancla a soluciones sin retorno que no sirven para los problemas reales.

Seguimos a líderes sin tuétano que solo nos dan el magro de palabras grasas, gruesas, carentes de alimento.
Defendemos un fuerte que es un castillo en las nubes y abandonamos el hogar en las nubes que nos proporciona calma, sentido y sentimiento.

El otro día me dijeron que la vida es un laberinto. Yo creo que no, para mi la vida es una línea recta que une el nacimiento con la muerte, lo que ocurre es que nos parece tan aburrida que la torturamos hasta deformarla con el fin de justificar las consecuencias de las decisiones que tomamos mientras dura. No se si hay un destino, lo que si se es que hay consecuencias. Vivimos como si lo que hacemos no contara al pasar, pero el pasado nos atrapa siempre por que somos lo que hacemos.

Nos llenamos de artificios para evitar mirarnos, para evitarnos, pero el alcohol, las drogas… son parches de calma en medio de una tormenta que no amaina por mucha anestesia que le metas. La mentira de las certezas nos atrapa en otro costumbrismo, el de creer que un principio es un pilar sobre el que edificar, y eso funciona mientras no hay terremotos que sacuden el suelo que pisas, funciona hasta que te haces consciente de que la realidad es la nube que habitas y que el patio de recreo común en el que todos los niños jugamos a vivir tiene reglas diferentes a las que habitan tu ser, y que si quieres encajar debes sacrificar tu nube.

Creer y crecer solo están separadas por una letra, una consonante que pesa sobre una generación como un costumbrismo adoctrinador que diferencia la obediencia de la marginalidad sin término medio.

No se donde esta la verdad, ¿existe tal cosa?. Solo se que marcamos líneas invisibles que ocultan espacios-mundo inservibles para quienes los habitamos, carentes de conciencia que mueva la libertad que encierran y pueda darnos la razón para abolir nuestro aislamiento y volver a creer en el grupo, en la fuerza de la unión.

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